30 de noviembre de 2009

Titanic en mi Diario 1.



Para quienes me vienen aguantando/preguntando/atacando durante los últimos 11 años, cada vez que digo entre escandalizado y resignado: "Titanic es la más grande obra de arte de las últimas décadas", van estas notas al pasar.



3 de febrero de 2001

Dentro de cien años, se hablará todavía del Titanic de Cameron. Su supervivencia está asegurada. Se lo malinterpretará, se lo banalizará, se lo admirará casi idolátricamente por su colosalismo o por sus récords con las estatuillas doradas. Todas las formas del error serán el fermento de su supervivencia. Pero será también esto lo que la mantendrá viva para que encuentre sus verdaderos destinatarios, esos pocos que en cada época reconocerán sus eternos valores, su incorruptible esencia, esa que el Tiempo no puede devorar ni opacar.


27 de junio de 2001

La fiesta como praelibatio, como anticipo de la fiesta del Paraíso. Claramente presentada en la fiesta de la tercera clase de Titanic. Allí reina la alegría, pero también permanece aún la imperfección humana (vasos rotos, etc, ver la cara de Rose ante eso). La contraposición con la primera clase es religiosa y no social: los protestantes carecen de sentido de la fiesta. En sentido estricto, en la primera clase no hay “fiesta” ni siquiera una recuerdo de su existencia. En la tercera clase, “abajo”, los italianos e irlandeses católicos celebran “the real party” que promete Jack a Rose y que hace pendant perfecto con el final, con el ingreso de Rose al Paraíso y su ascenso, vestida de novia, hasta consumar su boda con el Marido (Cristo-Iglesia). Esa praelibatio es el verdadero espíritu de la Fiesta.


8 de septiembre de 2001

El perpetuamente indignado y lúcido Doctor Johnson observó, a esta altura vaya uno a saber si con escándalo o simplemente con británico escepticismo, que "el patriotismo es el último refugio de los canallas". Tentado me encuentro hoy, tras la visión de Moulin Rouge de Baz Luhrmann, de agregar que también lo es el sentimentalismo, esa atrofia de los sentimientos, bien que por vía de la magnificación. La exaltación del amor-pasión como experiencia iluminadora (la única tal vez que la Modernidad permite al individuo aislado, según reflexionara Murena hace años) solamaente es posible con el sustento de una Idea del Amor que trascienda claramente lo humano demasiado humano. El más reciente y por demás brillante ejemplo es el de Cameron y su Titanic (la película de la década a todas luces) que Luhrmann convoca y cita paródicamente (en rigor este sólo hecho bastaría para descalificar el presente film) en los momentos más “emocionantes” de su engendro.


9 de mayo de 2002

En los Fragmentos de un Diario. de Eliade (11 de enero de 1955) el epígrafe perfecto para un ensayo sobre el Titanic de Cameron:

“El templo griego se llama naos, néôs – como la barca -. Meditar sobre esta imagen: El Templo, es decir, la sacralidad expresada en volúmenes, está concebido como un navío. Gracias al cual se puede viajar (evidentemente hacia el Cielo, en el Cielo), se pueden atravesar las aguas (=el no-ser, las tinieblas, el caos, etc). La idea de que la travesía perfecta no puede efectuarse más que en un “navío”, es decir, en una “forma cerrada” que protege de la degradación, de la dispersión, de la disolución (disolución en las Aguas)”.

No hay comentarios: